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REYES MAGOS EN EL PARAO


                                                                             Vergara, 7 de enero de 1910
Sr Jefe Político

En la tarde de anteayer personal de este destacamento y  el Guarda Aduanero –mi hermano Rosa Muiño- en su recorrida habitual por las picadas  del arroyo Parao, por las que suelen pasar los contrabandistas provenientes de Brasil,  detuvieron a  3 individuos de a caballo con extraña vestimenta  y un voluminoso  cargamento al menudeo no identificable a primera vista por estar prolijamente envuelto  en papel brillante.

Conducidos a la comisaría y cumplidas las instancias indagatorias se pudo saber -según sus propios dichos- que se trataba de Gaspar Peralta,  pardo, tuerto,  63 años, pelo canoso, petizo, nariz gancho, labios finos, complexión mediana;  Melchor Melgarejo, flaco, calvo, nariz respingada, cicatriz en el barbijo, 60 años  y Baltasar  Barreiro, moreno, gordo, labio inferior grueso, pelo mota, orejas puntiagudas, de 55 años. 

Cuando les comunique que estaban sospechados de contrabando y que se iba a proceder a la apertura del cargamento,  el tal Baltasar  pidió la palabra y dijo mas o menos lo que sigue:
-Parece mentira que tan luego la propia autoridad le corte los sueños a los niñitos pobres de este pueblo.
-Y eso que tiene que ver? – pregunté
-No se da cuenta Comisario que estamos disfrazados de reyes magos y que lo que traemos en nuestros cargueros  son regalitos para alimentar la ilusión de la humilde y desamparada infancia de Vergara.


-Y donde piensa regalar tanto paquete junto? – pregunte otra vez

-En La Cuchilla, en Barrio Garate, detrás del cementerio, allí donde la miseria y la necesidad han sentado sus reales, alimentada por el silencio cómplice de las autoridades de este pueblo. 

Si fuera por mi hubiera abierto las cajas, pero el aplauso ensordecedor de los guardias civiles Loreto Cuello, Marcos Cigales, un par de presos  y del propio escribiente,  me hicieron titubear y ordené su libertad.

Al día siguiente concurrí a los barrios que nombraba el negro Baltasar, llevado por la curiosidad  y  para solazar  mi alma endurecida, pero sensible viendo las caritas alegres de los pequeños.

Pero enorme fue mi sorpresa cuando me enteré que nadie había visto reyes magos algunos y mucho menos repartiendo juguetes.

Que ingenuidad, la mia Sr Jefe. Debí imaginarlo; pensar que algo parecido me pasó en la navidad de 1905 cuando detuvimos un Papá Noel que se desplazaba en balsa por el arroyo y le confiscamos el navío  con 3 bolsas  de poroto, un barril de caña, 2 barricas de yerba, 16 paquetes de tabaco de contrabando y 2 monitos de ojos saltones.

No tengo mas que informarle, así que lo saludo con mi mayor consideración partidaria y personal,  encargándole que si caen los Reyes Magos por su jurisdicción, les comunique para que vayan sabiendo,  que en Vergara no tienen otra oportunidad, pues  yo mismo me encargue de desparramar entre la inocente población infantil que los quedo esperando ilusionada, que los reyes son los padres.


                                                                        El Comisario de Vergara


 

1 comentario:

  1. Muy buena Historia Amigo Cuello...
    Saludos
    Doctor: Julio Martinez...
    (Esta de moda el Titulo..jaja

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