Tal y cual me recomendó usted Sr Jefe, he procedido a cerrar los caminos por los cuales se entra a Vergara y controlar la temperatura de los visitantes para evitar el ingreso de portadores de la terrible Gripe Española que tanto daño ha causado mundialmente.
Pasó a explicarle que tuve que descartar el uso de termómetros de vidrio ya que cada Guardia Civil tenía su propio modus operandis y tomaban la fiebre tanto debajo del sobaco , como sub lingual, como en otra parte que no quiero nombrar, sin medidas de desinfección al al volver a reutilizarlos en otra persona, hecho que provocó la iracunda reacción de los forasteros.
Aquella pistola que me envió que tenía un termostato en la punta que usted le apretaba el gatillo le tomaba la temperatura y expelia un papelito diciendo cuántos grados tenía uno, también tuve que desecharlo ya que el cabo Antolín Araujo, embarullado y sin querer, tomó la temperatura con su propia pistola apretó el gatillo y le hizo a un brasilero un agujero que entró en el entrecejo y salió limpito en la nuca.
Por suerte no se le cruzó ningún órgano vital al trayecto del plomo y el hombre salvo la petiza , pero se ve que algo le rozo ahí adentro porque a intervalos de 5 minutos se para, queda duro y hace con la cara todas las señas del truco.
Como un tic que le quedó.
Bueno para evitar una desgracia irreparable saque de circulación la pistola termómetro y recurri a un medio más casero que es que el guardia Loreto Cuello toma la fiebre a los ingresantes poniéndole la palma de la mano en la frente y si los encuentra calentitos lo hace volver y sino le levanta la barrera.
Bueno sin más asuntos que informarle lo saludo atentamente
Comisario de VergaraCarta dirigida al Jefe Político de Treinta y Tres - 11 de mayo de 1919
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