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EL NEGOCIADOR


Ni bien Vergara se fue poblando, comenzó a caer al incipiente caserío una pléyade de individuos  a instalarse en los más diversos oficios.

Herrero, relojero, carbonero,   lechero, aguatero, afilador, hojalatero, arreglador de máquinas de coser, colchonero,   talabartero,   platero, barbero, panadero, entre tantos y dejo para último el peluquero .. porque  fue precisamente en este renglón donde se armó el desbarajuste que solucionamos con una figura nueva en nuestro firmamento laboral: El Negociador

Le cuento

Epifanio  Gomez que toda la vida fue esquilador se cansó del ajetreo de la comparsa, dónde además de esquilar ovejas, a la hora del mate de la tardecita, mientras hacían el guiso y hasta que cenaban, le cortaba el cabello a los peones, patrones, mujeres y niños de las estancias a las que arribaba.

Era generalme el único corte anual de muchos de ellos.

Así que se júbilo y se radico en Vergara, con la patrona una hija que tenía un marido matrero,  y  8 nietos de ese amor cuasi furtivo.

Aguanto  3 meses  la pasividad, hombre acostumbrado a trabajar, aún con energías,  se entró a aburrir,  entonces  desempolvo la valijita de madera con las tijeras, la escobilla,  el perfume, la talquera, la navaja y las máquinitas.

 Y qué cree que hizo ...  Instaló peluquería, pero además redobló la apuesta y anexó escuela de peluquería.

Fue un éxito rotundo..

Una enorme cantidad de alumnos se inscribió para los cursos.

El   teórico  fue un retozo,  ameno divertido, entretenido... 

Pero en las prácticas se complicó..

Los discípulos debían traer  voluntarios, que pusieran su cabeza en el picadero.

No faltaban clientes, al revés sobraban, dado que la gente se empezó a avivar, agolpandose a colaborar con los estudiantes para  ahorrar los pesitos del corte.

Epifanio empezó a perder  pagantes  particulares.  

Ya nadie se le sentaba en el sillón fuera del horario de las clases.

Entonces tomo una drástica decisión, no se harían más práctica con cabezas humanas ... serían sustituidas por perros ... en principio ovejeros, pequineses y cruza  lanudas,, pero se extendió a todas las razas ante la demanda.

Cada  discípulo  traia su mascota, no importaba si era propia o prestada.

Los canes del pueblo desfilaban por el aula y pasaron a lucir muy coquetos con los ultimos cortes  europeos, que  copiaban de  revistas especializadas que le traía la diligencía desde Nico Pérez.

Y acá estuvo el cangrejo debajo de la piedra.

Concomitantemente con los cursos referidos se había instalado a pocas cuadras un veterinario quien además de interesarse por la salud de vacas, ovejas y caballos, uno de los principales rubros del giro incluía baño,  corte de uñas y  pelo de canes.

Se tensó el ambiente.

Todo el mundo esperaba que la divergencia se zanjara violentamente en algún encuentro casual.

 No se hablaba de otra cosa que de ese inevitable duelo, en los tes de las señoras, en las pencas, en el bar.

 Por eso me adelante a los acontecimientos  y los reuní para conciliar, para evitar una tragedia recurriendo al agente Timoteo Denis el nobel negociador de este destacamento que debimos incorporar dada la lamentable prohibición legal del cepo en la tarea hacer entrar en razón a algún cristiano caprichoso.

Los converso  y firmaron un acuerdo, copetin va, copetín viene , en el bar de Barnechea.

Quedó que Epifanio no utilizaría más perros en las prácticas de peluquería y el veterinario cedería para las misma   ovejas de los rebaños de sus clientes.

Así que la sangre no llego al río.

Por ahora.

Porque cuando  les entre a mermar lanares a los esquiladores -que no son de arrear con el poncho-se arma toletole en serio. 

Pero le tengo fe a este lengua sobada de Timoteo.

Algo novedoso se le va a ocurrir.

Atte.

Comisario de Vergara

Carta al Jefe Político de Treinta y tres

 2 de abril 1921



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