Vergara. 7 de julio de 1923
Sr Juez de Paz
Anteayer el vasco Arostegui, un empresario dueño de una cuadrilla de esquila que tiene su centro de operaciones en Vergara, pero que su radio de acción abarca la amplisima zona rural circundante, concurrió al comercio La Evolución – Casa del Molino- de Zito Hermanos, a comprar una olla grande para sustituir la de su comparsa que ya no daba para mas.
Dichos enseres están colgados a la altura del techo para ganar espacio, por lo que deben ser bajados desde el piso ayudándose con una larga caña tacuara en cuya punta tiene un gancho.
El joven dependiente Prudencio Antunez, ante la indicación de Arostegui: “aquella m´hijo, la olla mas grande”, estiró la caña, pero en vez de enganchar la olla por el asa, la empujó, desprendiéndose el pesado recipiente y precipitándose al suelo en caída libre.
La enorme olla dio de lleno en la cabeza del cliente, quien en forma inmediata perdió el conocimiento como era de esperar.
Atendido en primera instancia por el comerciante Felipe Robaina y posteriormente por el Dr Blanco, pasó a su domicilio, despertándose al otro dia.
Como se trata de un querido amigo, hoy pasé a visitarlo comentándome ya en la puerta su esposa entre lágrimas, que no conocía a nadie y que - según el médico - tenía amnesia.
Igualmente para ver si podía ser útil entré al dormitorio y ante algunas preguntas que le hice comprobé que no recordaba ni siquiera como se llamaba y mucho menos se acordaba de los 5 pesos que le presté para comprar el camioncito en el que transporta la cuadrilla.
Ante lo alarmante del caso decidí remitirle a Arostegui para que pueda determinar en la indagación si el ollazo realmente le produjo amnesia o si está aprovechando la volada para no pagarme lo que me debe.
Atte
El Comisario de Vergara
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