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REVOLEANDO BOLSAS AL PATIO DEL MONASTERIO

                     



                                                   Vergara 15 de junio 1916
Señor Jefe Político
Treinta y Tres

Desde que se instaló  el Monasterio de Las Hermanas del Perpetuo Socorro en Vergara, más de un pecador   entendió que  podría recurrir a las hermanitas  ante cualquier tipo de necesidad que le aquejare;  ya se tratare  de cuerpo o    alma.

Es patético - y quizá sea el botón de la muestra - el caso de Fabriciano  Mosquera –autodenominado empresario bailable-  a quien se lo ha visto golpeando la puerta del monasterio;  solicitando el concurso de las monjitas para hacer  numero en  los  bailongos  de mala muerte que organiza  en los tugúricos   rancheríos  de su propiedad.
-Y si no van adonde está el pecado, que alma van a conquistar pal Paraíso - se les quejaba Mosquera, sacando a relucir  un concepto para nada  ajeno a la Santa Biblia.

Ante la tenaz  negativa   de las religiosas,  les ha llegado a  ofrecer que  pongan ellas el local que él colaboraría con la orquesta (acordeón, peinhoja y maracas),  la cantina y la concurrencia masculina.
 Y también la femenina, compuesta de su mujer, su suegra, la abuela de  su señora,  una hermana viuda,  dos hijas en edad de merecer y su cuñado Amapolo Fernández, quien a falta de china hace el sacrificio y baila si lo invitan.   

Asi como este … muchos otros han querido desvirtuar su función espiritual.

Hace  algunos   días tras la denuncia de un vecino,  interceptamos a José Lopez, alias Lopecito,  cuando arrojaba por encima del muro del convento,  unas bolsas de arpillera llenitas de algo.
 Acudí  con la premura que ameritaba la situación,  al frente de una nutrida caballería  , dándole la voz de alto  al bolsero , quien   al sentirse descubierto se puso neurasténico,   cazó uno de los pesados sacos de aquellos ,  arremetió contra mi y sin que pudiera siquiera pronunciar  la   “a” … de “alto o disparo”,   la cargo en ancas de mi cabalgadura, diciéndome:
-  Vuelva por donde vino Comisario y no abra el pico, que chala no le va a faltar.
Mil cosas pasaron x mi cabeza en un segundo.  
Lopecito … un funcionario vinculado a la inmaculada obra pública local, colaborador contumaz en   beneficio de  las escuelas, la Sala de Auxilios,  la Comisaria, la Comisión de Damas del Carnaval….. la propia Iglesia,  el Vergarense Futbol Club….no podía andar en nada raro.
 Y si andaba ….. nuestras vidas cambiarían radicalmente.
Asi que sin pensarlo mucho….sumamente confundido –lo confieso- ordené : 
- ¡¡¡¡¡ RETIRADADA !!!!…. Y nos fuimos raudamente, mientras López continuaba aventando bolsas por encima del muro.
Esa noche -no me pregunte  por que-  no me anime a abrirla. La deje encima del aparador de mi oficina.
Al quinto día,  el cabo Melciades Moreno ,    tras el respetuoso saludo   policial de rigor, me dijo : -Vamu  abrir esa bolsa de una vez por todas Comisario,   que miércoles  (utilizó un comparativo soez)  tamo esperando…..
Esa noche … en la más absoluta reserva, quienes  participamos del operativo, nos fuimos –bolsa al hombro- para la piecita de los arreos. Nos mirábamos entre todos sin cruzar una palabra; imbuidos  de solidaridad y sana complicidad, quedando de manifiesto que el contenido de aquella bolsa  seria repartida solidaria  y equitativamente entre los presentes;  respetando  mi 50 por ciento, claro está.
El guardia civil  Clementino Pintos  sin aguantar mas la ansiedad, se paró, extrajo de su cintura una fariñera  y acometió contra la bolsa.   Y al grito de “un gusto haberlos conocido….con lo que me toca no me ven más en este  pulguero”, pegó un certero tajo,  le corto la boca y  se desparramo el contenido.
Hace 15 dias estamos comiendo choclo asado ……
Hemos puesto carteles en todos lados  procurando dar con el paradero de   Lopecito y las bolsas restantes que seguramente maíz no deben tener.
Esperando sepa disculpar ese  momento de debilidad moral que  me afectó a mi y a la tropa,    lo saludo con mi mayor estima, notificándolo que  encaje  un castigo al guardia civil Clementino Pintos,  quien osó llamar pulguero a este recinto del orden, el cual  consiste en remover a pico y pala el interior del monasterio  -con fines de cultivo de unos cuantos granos que nos sobraron y exploración, por si a  Lopecito se le cayó algo-  pa que aprenda este milico a no pasarse de la raya.

Atte                      El comisario de Vergara---

 Pd.-  Las monjas me están armando un alboroto tremendo  por la medida adoptada y  no se cuánto voy a demorar en pasarlas  por  la cafúa si no deponen su actitud



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