Vergara 1º de diciembre 1912
Señor Jefe Político
Paso a informarle que mi comadre
Sofía del Rio, aunque afincada en la tercera sección, acudió a esta
comisaría para que interviniéramos en un delicado caso de salud que
acongojaba a su marido Eutemio Casas, hombre que lo se de su
estrecha relación partidaria.
Dice que ya va para una semana que lo afecta un flemón en la zona de la
garganta, que cada vez se agranda
mas, y que los emplastos con bosta
fresca de vaca que le receta Seu Galhineta, es lo mismo que la nada.
De inmediato llame al medico supernumerario, Dr Sala y nos
trasladamos en el brek que siempre nos presta Don Justino pa las consultas en campaña,
hasta la estancia del enfermo.
Ni bien detuvimos las cabalgaduras frente al casco, Eutemio se asomo por
una de las ventanas con una antigua arma de fuego en la mano, gritando desaforado y con voz
gangosa: ¡¡al que se me arrime le enyeno
de chumbos el organismo!!.
Alli pude ver el estado del compadre. Irreconocible. Tenia dos
protuberancias, cada una del tamaño de un huevo de avestruz debajo de las carretillas que le desfiguraban
la cara.
Tanto así, que el dr Sala ,
acostumbrado a ver cosas mucho peores ,
de seguro, exclamo: a la flauta.
Ante una lluvia de insultos y amenazas de tiros, el doctor, demostrando un coraje poco visto, se bajo del
carro y empezó a aproximarse mientras me
decía por lo bajo – si no salgo en media
hora, vengan por mi.
-Déjeme entrar buen hombre, solo a mirar,
si usted no quiere ni lo toco –dijo Sala, y el hombre por respeto le sacó el cancel a
la puerta.
Cuando entré, tras la espera
señalada por el doctor, el cuadro era el siguiente: Eutemio en cuclillas arriba
de una mesita petisa con el cogote
estirado pa adelante y el trabuco
asentado en la sien de Sala; el
doctor, parado frente a el, con el bisturí
en una mano cerca de las protuberancias, y en la otra un trapito embebido en cloroformo apoyado en
la nariz de aquel.
Los dos duros como un monumento.
Casi de inmediato al paciente se le
cayó el arma de la mano y amago a irse de narices al suelo cosa que
impedimos con el guardia civil Loreto Cuello manoteándolo fuertemente de los
brazos.
Aprovechando nuestra ayuda y que se
había abombao con la anestesia, el Dr
Sala delicadamente hizo unos tajitos en aquellos descomunales bollos que
explotaron, descargando violentamente un
espeso, cuantioso y nauseabundo
líquido que nos llevó a soltar al
paciente y salir campo afuera, echando el triperio entre arcada y arcada.
Pasadas tres semanas y a base de
curaciones el Dr. tiene recuperado a
Casas de los flemones.
Sin mas que informarle, lo saludo
con la consideración de la que es
merecedor – advirtiéndole, por si le va con el cuento, que este mal agradecido de Eutemio anda diciendo pa todo el mundo que
el GC Loreto Cuello y yo tenemos algo
que ver con el tremendo chichón que
tiene todavía en la frente el cual
recién le viene dejando abrir los
ojos.
El Comisario De Vergara
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